El único lugar donde el tiempo realmente se detiene es ante la fachada de un comercio antiguo.

Empecé en 2016 a fotografiar los comercios históricos como si fueran cápsulas del tiempo o decorados teatrales, ajenos a su entorno. En ese momento, para mí como fotógrafo, el lugar perfecto era donde no hubiera mobiliario urbano moderno ni tampoco coches aparcados que entorpecieran la belleza anacrónica del sujeto. Buscaba una foto atemporal, pero esta situación se daba muy raras veces.

Entonces me dí cuenta de que cuando miro fotografías de siglos pasados las que resultan más interesantes son aquellas que captan el paisaje urbano de aquél momento, la vida de la ciudad. Calles con vehículos, gente, señales de tráfico, anuncios, farolas, cubos de basura. Objetos cotidianos, que a nosotros nos permiten fechar la imagen con bastante precisión, pero que resultaban banales para las personas acostumbradas a verlos.

Aquellos viejos fotógrafos hacían fotografías a la tienda de la esquina tal y como era, sin tratar de falsearla, sin embargo yo estaba intentando hacer una foto antigua en pleno siglo veintiuno. Darme cuenta eso fue revelador. Madrid estaba viva y debía de aceptarla como era. Con sus semáforos, sus cubos de basura, sus señales de tráfico, sus motos subidas en las aceras y sus coches aparcados.

Cuando ya llevaba algún tiempo fotografiando los comercios históricos con esta nueva visión otra cosa, durante mi deambular por la ciudad, llamó mi atención. Varias tiendas que ya había fotografiado habían desaparecido en un plazo muy corto de tiempo. Y empecé a observar que ese proceso de destrucción del tejido comercial tradicional, que siempre había ocurrido de forma natural y cíclica, se estaba acelerando de forma alarmante ante mis ojos, no solo por una crisis económica prolongada sino también por modificaciones en la ley de alquileres y que eso, muy probablemente, iba a suponer el cierre de otros muchos negocios tradicionales.

En ese momento mi proyecto cambió por segunda vez. Debía ponerme manos a la obra para completar una Crónica Fotográfica de cómo eran las fachadas de los Comercios Históricos de Madrid que todavía quedaban a principios del siglo veintiuno, y había que hacerlo con urgencia, antes de que la ciudad que conocí, mi Madrid, continuara cambiando. Así fue cómo documentar los comercios históricos, antiguos, interesantes o curiosos con mi cámara fotografica se transformó en el objetivo principal de mis caminatas por la ciudad.

Ahora todo ese proyecto lo he volcado en este sitio web, esta Guía Fotográfica virtual, este Catálogo, que te invita a callejear, a ir a la deriva, sin rumbo, con ojos de paseante, por este territorio de aprendizaje que son las calles de Madrid, tal y como he hecho yo todos estos años. Espero que tú lo disfrutes ahora tanto como yo lo he disfrutado.

Luis Pita Moreno

Madrid, noviembre 2020